Existe
una vieja cultura, conocida mayormente
con el nombre de “Cultura del trabajo”. La misma es aplicable con las
particularidades de cada caso, a todas las clases sociales.
Esta
cultura brinda cierto sustento ético a determinada manera de accionar. Revaloriza
el compromiso por una actividad para obtener una merecida retribución, la
puntualidad como símbolo de respetar el tiempo de los demás, la constancia como
herramienta para el beneficio colectivo, etc.
Existe
otra corriente, también aplicable a distintas clases sociales.
Esta
corriente se basa en una interpretación “Utilitarista e individualista de la
realidad humana”.
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Plantea
como bases la limitación del tiempo material que disponemos en el planeta, así como
de cada etapa de nuestras vidas, toma como base que el objetivo de una vida es
la felicidad y que no se puede lograr si uno no se toma tiempo para ella. Por
ello uno debe priorizar las aspiraciones personales por sobre otra cosa.
Probablemente
muchas personas versen su accionar sobre estas corrientes de pensamiento, aún
sin saberlo. A veces completamente y a veces alternadamente.
La primera cultura, es más tradicional en las clases trabajadoras. Tuvo un auge muy importante en los siglos pasados, pero este último tiempo se encontró con nuevas limitaciones. Algunas de ellas son, que ya no es retribuido como antes el trabajo bien realizado, que el estándar de vida llevo a las personas a trabajar para producir más de lo que pueden consumir, que la aparición del otro paradigma les mostró cómo también se puede ser feliz sin trabajar tanto, etc.
La
segunda es más nueva, o al menos amplió su masividad este último tiempo en el
mundo. Tiene un sustento fácil de asimilar y es bastante seductora porque
muestra en un horizonte cercano, un camino directo a la felicidad. Pero cuenta
con la complejidad de que no es siempre realizable pues depende de los medios
que se dispongan.
Además, si
todos nos comportáramos de esa forma, difícilmente pudiéramos subsistir de la
manera que lo hacemos. Ya que el accionar individualista suele reposar sobre un
colchón de comportamiento colectivo que le da una base para accionar. Ej: Si
todos quisiéramos vivir de vender pulseritas, tocar canciones en los trenes,
viajar y conocer el mundo, básicamente no habría gente que se dedicará a que
funcionen los trenes para que viajemos, a que hubiera producción de plásticos
para las pulseras, a que hubiera cientos de cosas que nos facilitan vivir.
En
resumidas palabras, si todos fuéramos individualistas buscando como único
objetivo nuestra propia felicidad no podríamos vivir en sociedad, sería una
anarquía lisa y llana.
Pero
como en la realidad existe la diversidad, es una alternativa de vida que se usa
y cada vez más.
¿Acaso
yo dispongo de la sabiduría para decir cual camino es el correcto?
No, de
hecho no tiene porque haberlo.
Es
importante recalcar que la cultura que va adquiriendo una persona es en su
infancia determinante en muchos casos. Es por esto que tampoco es seguro cual
sería el natural devenir de un individuo sin estas influencias. Probablemente
el resultado sea un comportamiento de supervivencia más que otra cosa, pero no
está mal que los antecesores le brinden a sus predecesores un legado fruto de
la experiencia para lograr un comportamiento colectivo más “sofisticado”.
Habiendo
aclarado esto, es evidente que aunque para ambas corrientes la búsqueda de la
felicidad pueda ser un objetivo común, según cómo se hayan formado, para
algunos se alcanzará trabajando eternas jornadas, con la dignidad que eso
amerita y asegurando el bienestar de seres queridos y para otros teniendo la
libertad de viajar por el mundo no siendo esclavos de responsabilidades
estresantes en pos de una prosperidad económica efímera como lo bienes que se
pueden obtener con ella.
Y en el
párrafo anterior resumí mucho, de que trata esta dicotomía. Que no tiene
respuesta o solución. Que termina siendo la decisión de cada uno con sus pro y
contras, con los matices que se quieran tomar.
Habrá
que repensar bien que nos hace felices y sobretodo, en que medida...
2 comentarios:
Algo similar venía justo discutiendo en estos dias. Luego respondo algo más digno del post.
Mientras, te recomiendo leer Teoría de la Clase Ociosa de Thorstein Veblen que, creo, te va a llenar la cabeza de debates internos.
Abrazos!
Gracias Martín!
Espero tu comentario calificado y gracias también por la recomendación! Es la idea de compartir pensamiento.
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