domingo, 9 de agosto de 2015

La Dicotomía de la Hormiga y la Cigarra



Existe una  vieja cultura, conocida mayormente con el nombre de “Cultura del trabajo”. La misma es aplicable con las particularidades de cada caso, a todas las clases sociales.



Esta cultura brinda cierto sustento ético a determinada manera de accionar. Revaloriza el compromiso por una actividad para obtener una merecida retribución, la puntualidad como símbolo de respetar el tiempo de los demás, la constancia como herramienta para el beneficio colectivo, etc.



Existe otra corriente, también aplicable a distintas clases sociales.
Esta corriente se basa en una interpretación “Utilitarista e individualista de la realidad humana”.
Recomiendo leer: Cuentos políticamente incorrectos - James Finn Garner

Plantea como bases la limitación del tiempo material que disponemos en el planeta, así como de cada etapa de nuestras vidas, toma como base que el objetivo de una vida es la felicidad y que no se puede lograr si uno no se toma tiempo para ella. Por ello uno debe priorizar las aspiraciones personales por sobre otra cosa.


Probablemente muchas personas versen su accionar sobre estas corrientes de pensamiento, aún sin saberlo. A veces completamente y a veces alternadamente.


La primera cultura, es más tradicional en las clases trabajadoras. Tuvo un auge muy importante en los siglos pasados, pero este último tiempo se encontró con nuevas limitaciones. Algunas de ellas son, que ya no es retribuido como antes el trabajo bien realizado, que el estándar de vida llevo a las personas a trabajar para producir más de lo que pueden consumir, que la aparición del otro paradigma les mostró cómo también se puede ser feliz sin trabajar tanto, etc.


La segunda es más nueva, o al menos amplió su masividad este último tiempo en el mundo. Tiene un sustento fácil de asimilar y es bastante seductora porque muestra en un horizonte cercano, un camino directo a la felicidad. Pero cuenta con la complejidad de que no es siempre realizable pues depende de los medios que se dispongan.
Además, si todos nos comportáramos de esa forma, difícilmente pudiéramos subsistir de la manera que lo hacemos. Ya que el accionar individualista suele reposar sobre un colchón de comportamiento colectivo que le da una base para accionar. Ej: Si todos quisiéramos vivir de vender pulseritas, tocar canciones en los trenes, viajar y conocer el mundo, básicamente no habría gente que se dedicará a que funcionen los trenes para que viajemos, a que hubiera producción de plásticos para las pulseras, a que hubiera cientos de cosas que nos facilitan vivir.
En resumidas palabras, si todos fuéramos individualistas buscando como único objetivo nuestra propia felicidad no podríamos vivir en sociedad, sería una anarquía lisa y llana.
Pero como en la realidad existe la diversidad, es una alternativa de vida que se usa y cada vez más.


¿Acaso yo dispongo de la sabiduría para decir cual camino es el correcto?
No, de hecho no tiene porque haberlo.

Es importante recalcar que la cultura que va adquiriendo una persona es en su infancia determinante en muchos casos. Es por esto que tampoco es seguro cual sería el natural devenir de un individuo sin estas influencias. Probablemente el resultado sea un comportamiento de supervivencia más que otra cosa, pero no está mal que los antecesores le brinden a sus predecesores un legado fruto de la experiencia para lograr un comportamiento colectivo más “sofisticado”.

Habiendo aclarado esto, es evidente que aunque para ambas corrientes la búsqueda de la felicidad pueda ser un objetivo común, según cómo se hayan formado, para algunos se alcanzará trabajando eternas jornadas, con la dignidad que eso amerita y asegurando el bienestar de seres queridos y para otros teniendo la libertad de viajar por el mundo no siendo esclavos de responsabilidades estresantes en pos de una prosperidad económica efímera como lo bienes que se pueden obtener con ella.

Y en el párrafo anterior resumí mucho, de que trata esta dicotomía. Que no tiene respuesta o solución. Que termina siendo la decisión de cada uno con sus pro y contras, con los matices que se quieran tomar.


Habrá que repensar bien que nos hace felices y sobretodo, en que medida... 

2 comentarios:

Martín L. dijo...

Algo similar venía justo discutiendo en estos dias. Luego respondo algo más digno del post.

Mientras, te recomiendo leer Teoría de la Clase Ociosa de Thorstein Veblen que, creo, te va a llenar la cabeza de debates internos.

Abrazos!

Mariano Gabriel dijo...

Gracias Martín!

Espero tu comentario calificado y gracias también por la recomendación! Es la idea de compartir pensamiento.