viernes, 26 de diciembre de 2014

Despedida a un árbol.

10/12/2014

La noche pasada, ante un fortísimo temporal por mi barrio, se cayó el vecino más añoso de la cuadra. La verdad no sé bien su edad. Las primeras fotos que tengo de mi familia en Argentina lo tienen en el paisaje.

Me acuerdo cuando me saludaba al dar la vuelta manzana en triciclo a todo lo que me daban las piernitas, o cuando me cruzaba a lo de Horacio y Tina con mi abuelo a ligar unas galletitas o caramelos.

De grande ya cuando lo circundaba para ir a la panadería tenía que agacharme para pasar por la maraña de plantas trepadoras que lo abrazaban. Y me llamaba la atención las distintas especies de aves, hoy desahuciadas, que se distribuían en diferentes niveles de altura.

Mi barrio cambió bastante, a la hora de la tarde ya no se visitan entre los vecinos, apenas un saludo entre las empleadas domésticas que salen a baldear las veredas por la mañana. Casi todas las personas que conocía de mi infancia se mudaron o partieron, y me quedaba él.

Viví los últimos años de… “poder estar jugando en la calle” y tan solo con eso siento como un gusto amargo.

La última vez que lo vi, fue el día anterior a su deceso, de reojo, cuando vigilaba con extrema atención mi entrada a la cochera.

Nunca pensé que presenciaría el día de su fin.

Y ahora solo, como único testigo de una historia que fue muy real, me puedo preguntar, "si nadie escucho caer el árbol, ¿realmente cayó?"


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